Traducción de Google: Nota de Ville Hietanen (Jerome) de ProphecyFilm.com y Against-All-Heresies-And-Errors.blogspot.com: En la actualidad, yo (pero no mi hermano del correo "professionfilm12") he actualizado muchos de mis cree estar más en línea con el Vaticano II y ya no me adhiero a la posición de que el Vaticano II o los protestantes, musulmanes, budistas o varios grupos y pueblos tradicionalistas, etc. o las diversas enseñanzas, santos y adherentes al Vaticano II (y otros canonizados por el Vaticano II) como Santa Madre Teresa o San Papa Juan Pablo II, etc., fue herético o condenado o no católico (o no el Papa) - o que son indignos de este título. También he abrazado las opiniones sexuales sobre el matrimonio del Vaticano II y ya no me adhiero a las interpretaciones estrictas expresadas en este sitio web y en mis otros sitios web. Para leer más de mis puntos de vista, vea estos artículos: Algunas correcciones: Por qué ya no condeno a otros ni los juzgo como malvados que hice antes. Por qué ya no rechazo al Vaticano II y a los sacerdotes católicos tradicionales ni a recibir sacramentos de ellos (sobre el bautismo de deseo, el bautismo de sangre, la planificación familiar natural, Una Cum, etc.) Preguntas y respuestas: ¿La condenación y los tormentos eternos para nuestros hijos y seres queridos es "verdad" y "buena", pero la salvación para todos es "maldad" y una "herejía"?

La Biblia Católica Online - Biblia Virtual/Digital - ¿Qué es la Biblia?

La Biblia Católica Online

La Biblia Católica es la biblia usada por los católicos. Contiene los libros deuterocanónicos y notas explicativas (comentarios, explicaciones e indicaciones), mientras que la "biblia" empleada por los protestantes carece de los deuterocanónicos y de las notas. Según el Catecismo de la Iglesia católica, la lista de los libros de la biblia católica está compuesta por 46 escritos para el Antiguo Testamento (incluyendo los deuterocanónicos) y por 27 escritos para el Nuevo Testamento. El canon definitivo fue establecido en el Concilio de Trento.

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Se conoce como Biblia al conjunto de libros canónicos o fundacionales de las religiones judaica y cristiana. Para los creyentes, la Biblia es la palabra de Dios. Este término viene del griego y es el plural de papiro, rollo o libro, constituyendo un conjunto de libros o volúmenes.

BibliaActualmente, se conoce que la Biblia es el libro más leído (y más vendido) de toda la historia, y ha sido traducido a más de 2.300 idiomas.

La Biblia se divide, entonces, en libros o grupos de escrituras. Por citar un ejemplo, el libro de Salmos, formado por 150 oraciones.

Existen diferentes “versiones” de la Biblia. Mientras que la hebrea o Tanaj se divide en tres secciones (los libros de Moisés, los libros de los profetas hebreros y otros libros conocidos como las Escrituras), la cristiana reconoce a la hebrea como Antiguo Testamento y la distingue de su Nuevo Testamento, que narra la vida de Jesús como profeta y su predicación. Este Nuevo Testamento se divide en 4 Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas y el Apocalipsis.

En números, la Biblia tiene 1189 capítulos, de los cuales 929 pertenecen al Antiguo Testamento y 260 al Nuevo.

En general, cuando se habla de la Biblia se hace referencia a la Biblia cristiana, pero para los distintos grupos esto difiere, e incluso también existen divergencias respecto de los textos considerados como apócrifos, es decir, textos falsos o no considerados auténticos por la Iglesia Católica.

El libro conocido como la Biblia de Gutenberg fue uno de los trabajos más célebres impresos con el sistema de tipos móviles que se le atribuye al inventor alemán Johannes Gutenberg en el siglo XV. Este trabajo dio lugar a lo que se conocería como “Edad de la Imprenta”, que puso al alcance de las masas volúmenes de todo tipo, por ejemplo, como este documento religioso.


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De la Vulgata Latina al Español

Por Don Felix Torres Amat


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Preceden varias máximas y reglas para entender y leer con fruto la Sagrada Escritura

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¿Qué es la Biblia?

El término Biblia se refiere a la colección de escritos que la Iglesia de Dios ha reconocido solemnemente como inspirados. Se llama Biblia al conjunto de escritos que en el judaísmo y el cristianismo se consideran de un valor religioso superior. La palabra Biblia se deriva del griego biblia, plural de biblíon, “librito”. La Biblia es, pues, una pequeña biblioteca. La Biblia que los cristianos reconocen se compone de dos grandes secciones llamadas respectivamente Antiguo y Nuevo Testamentos. El Antiguo Testamento consta de 46 libros y el Nuevo Testamento de 27 libros.

La palabra "Biblia" viene del griego y latina y significa "libros", un nombre muy apropiado, puesto que la Biblia es el Libro para toda la gente de todos los tiempos. Es un libro como no hay otro, único en su clase. Es el conjunto de Libros Sagrados llamados también "Sagradas Escrituras" (Mateo 21:42; Hechos 8:32) que contienen la Palabra Viva de Dios y narran la "Historia de Salvación" (como Dios nos salva). Nos revela las verdades necesarias para conocerle, amarle y servirle.

La Biblia se divide en dos partes: Antiguo Testamento (antes de Cristo) y Nuevo Testamento (plenitud de la promesa en Cristo). "Testamento" significa "alianza" y se refiere a las alianzas que Dios pactó con los Israelitas en el Antiguo Testamento y la nueva y definitiva alianza que Dios hizo con los hombres en la Sangre de Jesucristo.

Setenta y tres diferentes libros forman la Biblia. Éstos incluyen libros sobre la ley, tales como Levítico y Deuteronomio; libros históricos, tales como Esdras y Hechos; libros de poesía, tales como Salmos y Eclesiastés; libros de profecía, como Isaías y Apocalipsis; biografías, como Mateo y Juan; y epístolas (cartas formales) como Tito y Hebreos.

¿Qué es la Biblia? - Los Autores
Cerca de 40 diferentes autores humanos contribuyeron para su formación, escrita dentro de un período aproximado de 1,500 años. Los autores fueron reyes, pescadores, sacerdotes, oficiales gubernamentales, granjeros, pastores y doctores. Toda esta diversidad converge en una increíble unidad, con temas comunes entrelazados a través de toda ella.

La unidad de la Biblia es debida al hecho de que, finalmente, tiene un Autor: Dios Mismo. La Biblia es “Inspirada por Dios” (2 Timoteo 3:16). Los autores humanos escribieron exactamente lo que Dios quiso que escribieran, y el resultado fue la perfecta y santa Palabra de Dios (Salmo 12:6; 2 Pedro 1:21).

¿Qué es la Biblia? – Las Divisiones
La Biblia está dividida en dos partes principales: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. En resumen, el Antiguo Testamento es la historia de una Nación, y el Nuevo Testamento es la historia de un Hombre. La Nación fue la manera en que Dios trajo al Hombre al mundo.

El Antiguo Testamento describe la fundación y preservación de la nación de Israel. Dios prometió utilizar a Israel para bendecir al mundo entero (Génesis 12:2-3). Una vez que Israel fue establecida como una nación, Dios levantó a una familia de entre esa nación a través de la cual vendrían las bendiciones: la familia de David (Salmos 89:3-4). Entonces, de la familia de David fue prometido un Hombre quien traería la bendición prometida (Isaías 11:1-10).

El Nuevo Testamento detalla la venida del Hombre prometido. Su nombre fue Jesús, y Él cumplió la profecías del Antiguo Testamento, porque vivió una vida perfecta, murió para convertirse en el Salvador, y resucitó de entre los muertos.

¿Qué es la Biblia? – El Carácter Central
Jesús es el carácter central en la Biblia – en realidad el libro entero es acerca de Él. El Antiguo Testamento predijo Su venida y preparó el escenario para Su entrada al mundo. El Nuevo Testamento describe Su venida y Su obra para traer salvación a nuestro mundo pecador.

Jesús es más que una figura histórica; de hecho, Él es más que un hombre. Él es Dios hecho carne, y Su venida fue el evento más importante en la historia del mundo. Dios Mismo se hizo hombre para darnos una clara y entendible imagen de lo que Él es. ¿Cómo es Dios? Dios es como Jesús; Jesús es Dios en forma humana (Juan 1:14; 14:9).

¿Qué es la Biblia? - Un Breve Resumen
Dios creó al hombre y lo puso en un ambiente perfecto; sin embargo, el hombre se reveló contra Dios y falló en llegar a ser lo que Dios quería que fuera. Dios puso al mundo bajo una maldición a causa del pecado, pero inmediatamente puso en acción un plan para restaurar al hombre y a toda la creación a su gloria original.

Como parte de Su plan de redención, Dios llamó a Abraham desde Babilonia a Canaán (aproximadamente 2000 a.C.). Dios prometió a Abraham, su hijo Isaac, y su nieto Jacob (también llamado Israel) que Él bendeciría al mundo a través de sus descendientes. La familia de Israel emigró de Canaán a Egipto, donde se multiplicaron hasta hacerse una nación.

Aproximadamente en 1400 a. C-. Dios guió a los descendientes de Israel fuera de Egipto bajo la dirección de Moisés y les dio la Tierra Prometida, Canaán, para que la poseyeran. A través de Moisés, Dios le dio la Ley al pueblo de Israel e hizo un pacto (convenio) con ellos: si ellos permanecían fieles a Dios y no seguían la idolatría de las naciones que les rodeaban, entonces ellos prosperarían. Si ellos dejaban a Dios y seguían a los ídolos, entonces Dios destruiría su nación.

Aproximadamente 400 años después, durante el reinado de David y su hijo Salomón, Israel fue consolidado como un reino grande y poderoso. Dios prometió a David y Salomón que un Descendiente de ellos gobernaría como un Rey eterno.

Después del reinado de Salomón, la nación de Israel se dividió. Las diez tribus del norte fueron llamadas “Israel,” y pasaron cerca de 200 años antes que Dios las juzgara por su idolatría: Asiria llevó cautivo a Israel por el 721 a.C. Las dos tribus en el sur fueron llamadas “Judá,” y ellas tardaron un poco más, pero eventualmente ellas también, se volvieron de Dios. Babilonia los llevó cautivos por el 600 a.C.

Cerca de 70 años después, Dios bondadosamente trajo el remanente de los cautivos de regreso a su propia tierra. Jerusalén, la capital, fue reconstruida por el 444 a.C., e Israel estableció una vez más su identidad nacional. Hasta aquí termina el Antiguo Testamento.

El Nuevo Testamento inicia 400 años más tarde con el nacimiento de Jesucristo en Judea. Jesús fue el Descendiente prometido a Abraham y David, Aquel que llevaría a cabo el plan de Dios para la redención de la raza humana y restauración de la creación. Jesús completó fielmente Su obra: Él murió por el pecado y resucitó de los muertos. La muerte de Cristo es la base para un nuevo pacto (convenio) con el mundo: todo el que tenga fe (y obras - Santiago 2:24) en Jesús será salvado del pecado y vivirá eternamente.

Después de Su resurrección, Jesús envió a Sus discípulos a proclamar las buenas nuevas por todas partes, sobre Su vida y Su poder para salvar. Los discípulos de Jesús salieron en todas direcciones proclamando las buenas nuevas de Jesús y la salvación. Ellos viajaron a través de Asia Menor, Grecia y todo el Imperio Romano. El Nuevo Testamento cierra con una predicción del retorno de Jesús para juzgar al mundo incrédulo y liberar a la creación de la maldición.


Biblia: Preguntas y Respuestas

Recomendaciones para leer la Biblia
1) Orar al Espíritu Santo para recibir su luz y entendimiento.
2) Leer con humildad, no pretendiendo tenerlo ya todo entendido.
3) Interpretar según la Iglesia. La humildad exige que se pregunte y estudie.
4) Leer la Biblia con frecuencia para beber mas de la fuente.
5) Leer con el fin de amar y obedecer mas a Dios y amar mas al prójimo
6) No buscar en la Biblia ciencia natural sino un mensaje espiritual.

Si tengo la Biblia, ¿para qué necesito la Iglesia?
Necesitamos también a la Iglesia porque:
La Iglesia es el Cuerpo De Cristo, instituido por el mismo Jesucristo para salvarnos. No podemos guiarnos solos:
"Ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia" (2 Pedro 1, 20). La Iglesia, como madre y maestra, es la auténtica intérprete y formadora a través de sus pastores. Aceptar y vivir esta verdad requiere humildad.

Lee en la Biblia: Hechos 2, 42; 2 Timoteo 4, 1-5.

¿A quién fue confiada la Revelación?
Jesucristo confió la Revelación a la Iglesia Católica. Por medio de sus Apóstoles, por tanto, sólo la Iglesia tiene autoridad para custodiarla, enseñarla e interpretarla sin error.

¿Por qué decimos que la Biblia es revelación de Dios?
"Revelación" significa darse a conocer. A través de todas las palabras de la Sagrada Escritura, Dios dice sólo una palabra, su Verbo único (Jesucristo), en quien él se dice en plenitud (Heb 1,1-3). La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, determinó los libros de la Biblia y los reconoció como revelación divina.

Dios es el autor de la Sagrada Escritura. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. Dios inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica.

¿Qué es la Tradición?
La Tradición es la Palabra de Dios no contenida en la Biblia, sino transmitida por Jesucristo a los Apóstoles y por éstos a la Iglesia.

Las enseñanzas de la Tradición están contenidas en los Símbolos o Profesiones de la fe (por ejemplo, el Credo), en los documentos de los Concilios, en los escritos de los Santos Padres de la Iglesia y en los ritos de la Sagrada Liturgia.

¿Qué contiene el Antiguo Testamento?
El Antiguo Testamento contiene los libros inspirados escritos antes de la venida de Jesucristo. Son 46. Los libros históricos del Antiguo Testamento son 21: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio (que forman el Pentateuco), Josué, Jueces, Ruth, I y II Crónicas o Paralipómenos, I y II Esdras (el 2º llamado también Nehemías), Tobías, Judit, Esther, I y II Macabeos.

Los libros didácticos del Antiguo Testamento son 7: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría y Eclesiástico.

Los libros proféticos del Antiguo Testamento son 18: Los cuatro Profetas Mayores: Isaías, Jeremías (con Lamentaciones y Baruc), Ezequiel, Daniel, y los doce Profetas Menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

¿Qué contiene el Nuevo Testamento?
El Nuevo Testamento contiene los libros inspirados escritos después de la venida de Jesucristo. Son 27. Los libros históricos del Nuevo Testamento son 5: Los cuatro Evangelios (según San Mateo, San Marcos, San Lucas, San Juan) y los Hechos de los Apóstoles.

Los libros didácticos del Nuevo Testamento son 21: Las 14 Epístolas o Cartas de San Pablo: Romanos, I y II Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, I y II Tesalonicenses, I y II Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos.

Las 7 epístolas o Cartas llamadas católicas son: I y II de San Pedro: I, II y III de San Juan, la de Santiago y la de San Judas.

El único libro profético del Nuevo Testamento es el Apocalipsis de San Juan.

¿Qué otras Biblias existen?
Además de la Biblia católica, que es la única completa y verdadera, existen la Biblia Hebrea y las Biblias protestantes. La Biblia Hebrea sólo contiene treinta y nueve libros del Antiguo Testamento. Por tanto, rechazan siete libros del Antiguo Testamento y todos los del Nuevo Testamento que forman la Biblia católica. Los protestantes, por su parte, admiten solamente el "libre examen" es decir, que cada uno ha de leer e interpretar la Biblia a su manera, sin necesidad de someterse a la autoridad de la Iglesia. A las Biblias protestantes les suprimieron algunos libros que están en la Biblia católica; además en los libros que conservan, modifican algunas palabras para apoyar sus ideas erróneas. Además, carecen de notas y comentarios, no tienen aprobación de la autoridad de la Iglesia; muchas son editadas por las "Sociedades Bíblicas", algunas dicen: "Versión del original llevado a cabo por Cipriano de Valera y C. Reyna"; la mayoría de ellas suprime varios libros del Antiguo Testamento (Sabiduría, Judit, Tobías, Eclesiástico, I y II Macabeos, entre otros) y algunas también suprimen libros del Nuevo (Epístolas de Santiago, de San Pedro y de San Juan).

¿Puede leerse cualquier Biblia?
No. Porque puede contener errores doctrinales o morales. Para evitar esos errores, un católico sólo debe leer Biblias con notas y explicaciones aprobadas por la Iglesia Católica, es decir, que tengan "Nihil Obstat" e "Imprimatur".


Introducción a la Lectura de la Biblia

El nombre
La Palabra Biblia viene del griego, Biblos, ciudad donde se hacían los papiros en Grecia para la escritura. Significa “los libros”, y es una pequeña biblioteca, compuesta, para el cristiano católico, por 46 libros del Antiguo Testamento, y 27 libros del Nuevo. Algunas ediciones traen 47 libros en el AT, porque separan el capítulo 6 de Baruc, secretario del profeta Jeremías, y lo colocan como “carta de Jeremías”.

Los libros bíblicos comenzaron a escribirse alrededor del siglo X a.C., en la corte del Rey Salomón, donde había lugar para el ocio (el “otium” griego), la lectura y la escritura. En la corte del hijo del Rey David comienza, por lo tanto, también la actividad literaria.

Los lugares principales de los hechos bíblicos, son principalmente la Antigua Mesopotamia, hoy compuesta por Siria, Irak e Irán, la actual Israel, la Península Arábiga y Egipto, para los hechos del Antiguo Testamento.

Para los hechos del Nuevo Testamento, se agregan los territorios conquistados por el griego Alejandro Magno, y en tiempos de Jesús ocupados por el Imperio Romano, que abarcan prácticamente la actual Europa, el norte de África y las Islas Británicas. En el imperio, por lo tanto, se hablaba la lengua griega, impuesta por Alejandro, que en 10 años, entre el 333 y el 323 a.C., realizó sus conquistas, comenzando cuando sólo tenía 23 años. Existía el griego “culto” y el griego “popular”. Éste último se utilizaba cotidianamente en el imperio, y su nombre era “koiné”.

Cánones de la Biblia
Los judíos tenían dos cánones o conjunto de libros del AT: Un canon corto, el de Palestina, escrito en hebreo, con 39 libros. Un canon largo, el de Alejandría, escrito en griego, con 46 libros. Éste era utilizado por los judíos que vivían diseminados por el Imperio, fuera de Israel, y que ya no hablaban el hebreo.

Los siete libros que se agregan al “canon corto” se llaman “deuterocanónicos” (nuevos en el canon), y son: Judit, Tobías, I y II Macabeos, Sabiduría,Eclesiástico, Baruc. Y algunos trozos de Daniel y Esther. La versión griega se llama también de los “Setenta”, porque se le atribuye a 70 sabios que la tradujeron al griego alrededor del siglo II a.C.. Los cristianos utilizaron enseguida esta traducción, ya que, extendidos por todo el imperio, hablaban la koiné. Y el NT cita esta versión griega. Para diferenciarse de los cristianos, los judíos, recién en el siglo II dC, adoptaron el canon corto de 39 libros.

En el siglo IV, en el Imperio ya no se hablaba más el griego clásico ni el popular. La lengua era el latín. Latín culto en las cortes, latín popular en el pueblo. La Iglesia adopta el latín popular como su lengua, hasta el día de hoy. El Papa Dámaso, por lo tanto, en el s. IV, pide a San Jerónimo, el más grande lingüista y hebraísta de su tiempo, y el más grande biblista de todos los tiempos, que traduzca la Biblia al Latín. Compone entonces el tercer canon, llamado la “Vulgata”, por traducir los libros del hebreo original al latín vulgar (que hablaba el vulgo) de su tiempo.

Las Biblias católicas son fácilmente reconocibles por sus notas e introducciones. Además poseen el nombre del Censor eclesiástico que revisó la traducción con el “Nihil Obstat”, y el “Imprimatur” del Obispo que autoriza su publicación.


¿Cómo Estudiar la Biblia?

La Biblia Prueba las Enseñanzas de la Iglesia Católica

Hoy día en muchas familias católicas encontramos la Biblia como el libro sagrado de la casa. Ojalá que pronto llegue el día que cada católico sea un asiduo lector de la Escritura Sagrada.

Pero muchos que comienzan a leerla, después de algunos capítulos la dejan de lado por no comprender casi nada. Dicen que leer la Biblia les resulta difícil. Es un libro tan largo y a veces difícil, especialmente para uno que sabe poca historia y poca geografía, y no tiene costumbre de ubicar lo que lee en su propio contexto.

También se da el caso de católicos que, comienzan a leer la Biblia, y se dejan llevar por interpretaciones parciales, caprichosas y fanáticas que poco a poco lo llevan a uno a adherir, por mero sentimentalismo, a algunas de las muchas sectas bíblicas ya existentes, apartándose, por ignorancia, de la Iglesia Católica.

Y no faltan los que quieren leer toda la Biblia sin alguna explicación; o toman la Biblia como un juego de naipes abriendo el libro al azar, o saltando por aquí o por allá y piensan que Dios automáticamente les comienza a hablar. Es un riesgo muy grande; es como jugar a la suerte.

Para evitar estos peligros, no basta leer la Biblia con fe y devoción. Hay que juntar la fe, la oración y la devoción con el estudio. Leer la Biblia sin una adecuada preparación es tentar a Dios. Hay que prepararse para leerla. Si no, puede suceder cualquier cosa. La historia de nuestra fe es así.

Queridos hermanos, esta carta tiene como finalidad introducirnos en el estudio de la Biblia. Hoy, más que nunca, debemos tener una cierta preparación para iniciar una lectura seria de la Biblia. Para muchos, la Biblia sigue siendo un hermoso libro cerrado que adorna nuestra biblioteca. El problema es: ¿cómo leer, cómo comenzar con este libro? Siempre ha sido difícil la iniciación a la lectura de la Biblia. Exige de nosotros paciencia, humildad, serenidad y una cierta disciplina intelectual.

Leer y meditar la Biblia
La Biblia es muy larga, y para todos nosotros nos resultará muy difícil, si no imposible, leerla toda desde la primera página hasta la última. Por tanto, hay que ser prácticos.

Si es la primera vez que te acercas a la Biblia, te proponemos un itinerario de lectura:

  1. Empieza con el Evangelio de San Lucas. En él podrás conocer los rasgos más atrayentes de Jesús de Nazaret, nacido de María.

  1. Continúa con el libro de los Hechos de los Apóstoles. Allí podrás ver la hermosa actividad de la Iglesia naciente.

  1. Después te recomendamos volver a los Evangelios, primero Marcos, luego el de Mateo y finalmente el de Juan.

Puedes intercalar, al fin, la lectura de alguna Carta de los Apóstoles: por ejemplo, a losCorintios, los Tesalonicenses, etc.

Otra forma es tener un calendario litúrgico y leer las lecturas que corresponden al día.

El Nuevo Testamento
Para el cristiano lo más importante son los cuatro Evangelios, que son el alma de toda la Biblia, y luego los otros libros del Nuevo Testamento. Eso ha de ser el objetivo constante de nuestra lectura o estudio. Pero es bueno conocer, siquiera básicamente, el Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Deuteronomio, Josué, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar, Sabiduría, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Miqueas, Jonás.

Lectura y meditación de la Biblia
Después de haber leído la introducción de un libro, comienza a leer el texto mismo. No te apresures en leer todo de una vez. Lee solamente un pasaje, o un párrafo. Lee con atención y respeto, abriendo tu corazón a lo que Dios te quiere expresar. Subraya los textos que te impactan.

En la primera lectura de un texto, te conviene leer siempre las notas explicativas que se encuentran debajo del texto bíblico. Estas notas explicativas y los comentarios van a clarificarte la comprensión de los textos bíblicos más difíciles. Son explicaciones escritas por especialistas y hay que tratar de entenderlas y, normalmente, han de ser aceptadas con confianza. Muchas personas, por no leer atentamente las notas explicativas quedan sin comprender un texto en su contexto propio, sin comprender los diversos estilos y doctrinas, y luego abandonan la lectura por aburrimiento.

Los cursillos bíblicos intensivos, con un buen profesor, pueden ayudar mucho, y quizás sean imprescindibles para comprender ciertos problemas y notas técnicas.

Y ahora, ¡a comenzar!... Trata de organizar tu vida de tal manera que todos los días encuentres un momento de 15 a 30 minutos para la Biblia. Busca un lugar tranquilo. Lee sistemáticamente, no saltando de una parte a otra, ni abriendo el libro al azar. Nunca leas la Biblia para satisfacer tu curiosidad o sólo para saber más, sino para indagar lo que Dios quiere decirte. Pues la Biblia es la Palabra de Dios, es la carta que El envía a sus hijos. En la Biblia no busques ciencia, sino sabiduría. No tengas miedo de subrayar y poner anotaciones en tu Biblia. La Biblia no es un libro para guardar, sino para ser leída. Dice san Jerónimo: «No debes retirarte al descanso nocturno sin haber llenado tu corazón con una pequeña parte de la Palabra de Dios».

Quien medita cada día

la sagrada ley divina

con esta meditación

a la gloria se encamina.

Quien medita cada día

las Sagradas Escrituras

verá la mano de Dios

en todas las criaturas.


La Biblia y la Tradición

Los Reformadores Protestantes decían que la Biblia es la única fuente de las verdades de la fe, y que para entender su mensaje había tan solo que leer las palabras del texto. Es lo que se llama la teoría protestante de la sola scriptura, o en español "solamente la Biblia". Según esta teoría, ninguna autoridad no bíblica puede imponer una interpretación, y ninguna institución extrabíblica -por ejemplo la Iglesia- ha sido establecida por Jesucristo para hacer las veces de árbitro en caso de conflictos de interpretación.

Como buenos herederos de los Reformadores, las sectas fundamentalistas trabajan sobre la base de esta teoría, y no pierden oportunidad para sacar a relucir su principio, que por otro lado parecería ser su arma mas efectiva, algo que ellos aceptan como el fundamento indiscutible de sus puntos de vista.

Sin embargo, no hay cosa más difícil en el diálogo con los fundamentalistas que querer hacerlos demostrar porqué creen ellos en el principio de que la Biblia solamente, separada de toda otra fuente de autoridad, sea suficiente en cuestiones de fe. La cuestión se reduce a saber cuál es el motivo que un Fundamentalista tiene para creer que la Biblia es un libro inspirado, pues es obvio que ella puede tomarse como regla de fe solamente en el caso que pueda ser comprobada su inspiración, y por ende su inerrancia.

Claro que se trata de una cuestión que no preocupa demasiado a la mayoría de los cristianos, y ciertamente son pocos los que le ha brindado atención alguna vez. En general se cree en la Biblia porque es el libro aceptado por todos los cristianos, cuya autoridad no se discute; aún vivimos en tiempos en los que los principios cristianos influyen en la cultura y en el medio en el que vive la mayoría de la gente.

Un cristiano tibio que no daría ni la más mínima credibilidad al Corán, pensaría dos veces antes de hablar mal de la Biblia, ya que esta goza de cierto prestigio, aún cuando no pueda explicarla ni entenderla demasiado. Podría decirse que esa persona acepta la Biblia como inspirada...

"Para mí es motivo suficiente"
Dígase lo mismo ante quien sostiene que la familia en la que uno vino al mundo siempre tuvo la Biblia como libro inspirado, y "para mí eso basta". Sería un buen motivo solamente para aquel que no pueda hacer un trabajo de reflexión serio, y no debemos nunca despreciar una fe sencilla, sostenida sobre fundamentos más bien débiles. Pero sea como sea, la mera costumbre familiar o local no puede establecerse como la base para creer en la inspiración divina de la Sagrada Escritura.

Algunos sectarios dicen que la Biblia es un libro inspirado porque "es un libro que inspira". Pero la palabra inspiración es precisamente lo que se quiere probar, y tengamos en cuenta que hay muchos escritos religiosos y muy antiguos que ciertamente son mas "inspirados" o "emotivos" que muchos textos, incluso libros enteros, del Antiguo Testamento. No es falta de respeto afirmar que ciertas partes de los escritos sagrados son tan áridos como lo serían estadísticas militares; ¡y algunas partes de la Biblia (Antiguo Testamento) son eso, estadísticas militares!

Por ello concluyamos que no es suficiente creer en la Sagrada Escritura por motivos culturales o por costumbre, ni tampoco por sus textos emotivos o su belleza espiritual: hay otros libros, alguno totalmente seculares, que sobrepasan en belleza poética muchos pasajes de la Escritura.

¿Qué dice la Biblia de sí misma?
¿Y qué decir de lo que la misma Biblia enseña sobre su inspiración? Notemos que son muy pocos los pasajes donde la Biblia misma enseña su inspiración, aunque sea de modo indirecto, y la mayoría de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento no dicen absolutamente nada sobre su inspiración. De hecho ningún autor de los libros del Nuevo Testamento dice estar escribiendo bajo el impulso del Espíritu Santo, excepto San Juan al escribir el Apocalipsis.

Además, en el supuesto caso de que cada libro de la Biblia comenzase con la frase: "Este libro es inspirado por Dios", semejante frase no probaría nada: el Corán dice estar inspirado, el Libro del Mormón, varios libros de algunas religiones orientales. Es más, lo libros de Mary Baker Eddy, la fundadora de la Ciencia Cristiana, y de Ellen G.White, fundadora del Adventismo del Séptimo Día se auto-declaran inspirados. Se puede concluir, con bastante sentido común, que el hecho de que un escrito se atribuya cualidades de inspiración divina no quiere decir que así lo sea.

Al fallar estos argumentos, muchos fundamentalistas retroceden y nos afirman que "el Espíritu Santo me dice claramente que la Biblia es inspirada", una noción bastante subjetiva, por decir lo menos, muy afín con aquella otra, tan común entre los sectarios, de que "el Espíritu Santo los guía para interpretar las Escrituras". Y así, el autor anónimo del artículo "Cómo puedo entender la Biblia", un folleto distribuido por la organización evangélica "Radio Bible Class" enlista doce reglas para estudiar la Biblia. La primera es "Busca la ayuda del Espíritu Santo. El Espíritu fue dado para iluminar las Escrituras y hacerlas revivir para ti cuando la estudies: deja que te guíe".

Si con esta regla se entiende que cualquier persona que pida a Dios guía para interpretar la Biblia recibirá esa guía de lo alto -y en este sentido lo entienden la mayoría de los fundamentalistas- entonces la multiplicidad de interpretaciones contrarias y contradictorias, aún entre los mismos Fundamentalistas, daría la preocupante sensación de que el Espíritu Santo no ha estado haciendo bien su trabajo...

No con silogismos
Gran parte de los fundamentalistas no dicen directamente que el Espíritu Santo les habló, asegurándoles que la Biblia es un libro inspirado. Al menos no hablan de ese modo. Más bien sucede así: al leer la Biblia el Espíritu "los convence" que esa es la Palabra de Dios, reciben cierta sensación interior de que es una palabra divina, y punto.

De cualquier modo que se lo vea, la postura fundamentalista no resiste un razonamiento serio. Son contados con los dedos de la mano los fundamentalistas que en un primer momento se acercan a la Biblia como a un libro "neutral", y luego de su lectura lo reconocen como tal, siguiendo un razonamiento lógico. De hecho los fundamentalistas comienzan dando por supuesto el hecho de la inspiración, tal como toman otras doctrinas de sus sectas sin razonar sobre ellas, y entonces encuentran partes de la Sagrada Escritura que parecen fundamentar la inspiración, cayendo así en un círculo vicioso, confirmando con la Biblia lo que ellos crían de antemano.

La persona que quiere reflexionar seriamente sobre el tema se defraudará con la posición fundamentalista de la inspiración bíblica, dándose cuenta de que no cuenta con una base sólida para mantener esa teoría. La posición católica es la única que, al fin de cuentas, puede dar una respuesta intelectualmente satisfactoria.

La manera de razonar católica para demostrar que la Biblia es inspirada es la siguiente: en un primer paso consideramos la Biblia como cualquier otro libro histórico, sin presumir que es inspirado. Estudiando el texto bíblico con los instrumentos de la ciencia moderna llegamos a la conclusión que se trata de una obra confiable, de gran precisión histórica, cuya precisión sobrepasa en mucho la de cualquier otro texto histórico.

Un texto preciso
Sir Frederic Kenyon, en The Story of the Bible hace notar lo siguiente: "Para todas las obras de la antigüedad clásica nos vemos obligados a acudir a manuscritos escritos mucho después del original. El autor que lleva la delantera en este sentido es Virgilio, aún cuando el manuscrito más antiguo que de él poseemos fue escrito 350 años después de su muerte. Para todas las demás obras clásicas, el intervalo que existe entre la fecha del escrito original y la del manuscrito más antiguo que de él se conserva es mucho mayor: para Livio es de unos 500 años, para Horacio de 900, para la mayoría de la obras de Platón es de 1300, para Eurípides 1600". Aún así, nadie pone seriamente en duda el hecho de que poseemos copias fieles de las obras de estos autores.

No solamente poseemos manuscritos bíblicos más cercanos a los originales que los de la antigüedad clásica, sino que poseemos un número mucho mayor que aquellos. Algunos de estos manuscritos son libros enteros, otros son fragmentos, otros tan sólo algunas palabras, pero todos ellos juntos suman miles de manuscritos en hebreo, griego, latín, copto, siríaco y otras lenguas. Todo esto significa que poseemos un texto rigurosamente fiel, y podemos trabajar con él con toda confianza.

Tomado históricamente
En un segundo momento dirigimos nuestra atención a lo que la Biblia, considerada sólo como libro histórico, nos enseña, particularmente en el Nuevo Testamento y en los Evangelios. Examinamos el relato de la vida de Jesús, su muerte y su resurrección.

Usando lo que nos transmiten los Evangelios, lo que leemos en otros escritos extrabíblicos de los primeros siglos y lo que nos enseña nuestra propia naturaleza -y lo que de Dios podemos conocer por la luz de la razón- concluimos que Jesús o bien era lo que decía lo que era -Dios- o bien estaba loco. (Sabemos que no pudo haber sido tan solo un buen hombre que no fuese Dios, porque ningún buen hombre se atribuye el ser Dios, si no lo es).

También podemos excluir que era un loco, no solamente por lo que él dijo y enseño -ningún loco habló jamas como lo hizo él, aunque tampoco un hombre cuerdo nunca habló así...-, sino por lo que sus seguidores hicieron después de su muerte. Un fraude (la tumba supuestamente vacía) se comprende, pero nadie da la vida por un fraude, al menos por uno que no tiene ninguna perspectiva de provecho. En conclusión, debemos afirmar que Jesús verdaderamente resucitó, y que por lo tanto era Dios, como él decía, e hizo lo que prometió que iba a hacer.

Otra cosa que él dijo que haría es fundar su Iglesia, y tanto de la Biblia (tomada aún como simple libro histórico, no como libro inspirado por Dios) como de otras fuentes históricas antiguas sabemos que Cristo estableció una Iglesia con las notas que hoy vemos en la Iglesia Católica: papado, jerarquía, sacerdocio, sacramentos, autoridad para enseñar y como consecuencia de esta última, infalibilidad. La Iglesia de Cristo debía gozar de infalibilidad de enseñanza si iba a cumplir aquello para lo cual Cristo la fundó.

Hemos tomado materia meramente histórico y hemos concluido que existe un Iglesia, la Iglesia Católica, protegida por Espíritu Santo para que pueda enseñar hasta el fin de los tiempos sin error. Vayamos entonces a la última parte del argumento.

Esa Iglesia nos dice que la Biblia es inspirada, y podemos confiar en su enseñanza porque se trata de una enseñanza autorizada, infalible. Sólo después de haber sido enseñados por una autoridad propiamente constituida por Dios para transmitirnos las verdades necesarias para nuestra fe, tal como la inspiración de la Biblia, sólo entonces podemos usar de las Escrituras como de un libro inspirado.

Un argumento en espiral
Hay que notar que nuestro argumento no cae en un circulo vicioso: no estamos basando la inspiración de la Biblia en la infalibilidad de la Iglesia y la infalibilidad de la Iglesia en la palabra inspirada de la Biblia; eso sería precisamente un circulo vicioso.

Lo que hemos hecho se llama argumento en espiral: por un lado hemos argumentado sobre la confiabilidad de la Biblia como texto meramente histórico; de allí sabemos que Jesús fundó una Iglesia infalible, y sólo entonces tomamos la palabra de esa Iglesia infalible que nos enseña que la palabra que nos transmite la Biblia es una palabra inspirada, Palabra de Dios. No se trata de un circulo cerrado, ya que la conclusión final (la Biblia es la Palabra de Dios) no es el enunciado del cual partimos (la Biblia es un libro históricamente confiable), y este enunciado inicial no esta basado en absoluto en la conclusión final. Lo que hemos demostrado es que, si excluimos a la Iglesia, no tenemos suficientes motivos para afirmar que la Biblia es la Palabra de Dios.

Claro que lo que acabamos de discutir no es precisamente el razonamiento que la gente habitualmente hace al acercarse a la Biblia, pero es la única manera razonable de hacerlo, a la hora de preguntarnos porqué creemos en la Biblia. Todo otro razonamiento es insuficiente; tal vez haya argumentos más cercanos a la gente desde el punto de vista psicológico, pero estrictamente son argumentos en el fondo no convincentes. En matemáticas aceptamos "por fe" (no en el sentido teológico del termino, claro) que dos más dos son cuatro. Es una verdad que nos parece evidente y satisfactoria sin demasiados argumentos, pero el que quiera estudiar el profesorado de matemáticas tendrá que estudiar un semestre entero tratando de probar esas verdades "obvias".

Razones inadecuadas
El punto aquí es el siguiente: los fundamentalistas tienen mucha razón en creer que la Biblia es un libro inspirado por Dios, pero sus razones para creerlo son inadecuadas, insuficientes, ya que la aceptación de la inspiración divina de las Escrituras puede basarse satisfactoriamente sólo en una autoridad establecida por Dios que nos lo asegure, y esa autoridad es la Iglesia.

Y precisamente aquí llegamos a un problema más serio: puede parecerle a alguno que mientras yo crea en la Biblia como en la Palabra de Dios poco importa el motivo por el cual lo crea: lo importante es que acepto la Biblia como la Palabra de Dios. Pero el motivo por el cual una persona cree en la Biblia afecta sustancialmente la manera de interpretar la Biblia. El creyente católico cree en la Biblia porque la Iglesia así se lo enseña, y esa misma Iglesia tiene la autoridad de interpretar el texto inspirado. Los fundamentalistas, por su lado, creen en la Biblia -aunque basados en argumentos poco convincentes- pero no tienen ninguna otra autoridad para interpretar el texto bíblico excepto sus propios puntos de vista.

El Cardenal Newman lo expresaba en 1884 de la siguiente manera:

"Ciertamente que si las revelaciones y enseñanzas bíblicas del texto sagrado se dirigen a nosotros de una manera personal y práctica, se hace imperante la presencia formal en medio de nosotros de un juez y expositor autoritativo de esas revelaciones y enseñanzas. Es antecedentemente irracional suponer que un libro tan complejo, tan poco sistemático, en partes tan oscuro, fruto de tantas mentes tan distintas, lugares y tiempos diferentes, fuésenos dado desde lo alto sin una autoridad interpretativa del mismo, ya que no podemos esperar que se interprete a sí mismo.

El hecho de que sea un libro inspirado nos asegura la verdad de su contenido, no la interpretación del mismo. Como puede el simple lector distinguir lo que es didáctico de lo que es histórico, lo que es un hecho de lo que es una visión, lo que alegórico de lo que es literal, lo que es un recurso idiomático y lo que es gramatical, lo que se enuncia formalmente de lo que ocurre como al paso, cuales son las obligaciones que obligan siempre y cuales obligan sólo en determinadas circunstancias.

Los tres últimos siglos han probado tristemente que en muchos países ha prevalecido la interpretación privada de las Escrituras. El regalo de la inspiración divina de las Escrituras requiere como complemento obligatorio el don de la infalibilidad de su interpretación"

Las ventajas del razonamiento católico son dos: en primer lugar, la inspiración es estrictamente demostrada, no sólo "sentida". Segundo, el hecho principal que late detrás de este razonamiento -la existencia de una Iglesia infalible, docente- nos conduce como de la mano a dar una respuesta a la pregunta del eunuco etiope (Hechos 8:31): ¿Cómo sabemos qué interpretaciones del texto son las correctas? La misma Iglesia que autentica la Biblia, que establece su inspiración, es la autoridad establecida por Jesucristo para interpretar su Palabra.


La Biblia, Cómo Manejarla

Cuando lees un libro cualquiera, te fijas ante todo en su título. Luego investigas sobre el nombre del autor. Después abres el libro, repasas el índice de materias y finalmente das un vistazo a las páginas. Y si te interesa la obra, la compras para leerla detenidamente.

Con mayor razón esto aplica al estudio y reflexión de la Sagrada Escritura -el libro más importante del mundo- cuyo conocimiento y estudio continuaremos proponiendo a través de estas lecciones.

Es común escuchar preguntas como ésta:

"¿No conoce algún librito que me enseñe a leer la Biblia y a entenderla sin aburrirme?, es que al llegar al tercer libro me cansé, y habiéndola comprado con tanta ilusión, ahora la tengo arrinconada.

Pero oigo decir a los sacerdotes que la Biblia es la Palabra de Dios; que ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo y que el tiempo que mejor me va a aprovechar es el que emplee leyendo la Biblia".

Muchas personas no saben qué hacer ni por dónde comenzar. Se dedican horas y días enteros a leer y profundizar en algunos otros libros, pero la Biblia es para muchos un libro olvidado.

Leamos la Sagrada Escritura con fe, con humildad, y sobre todo dentro de la Iglesia Católica que es la encargada por Cristo para interpretar su Palabra.

Mucho cuidado con las sectas que aparentan conocer la Biblia, pero predican verdades de hombres, inventos agresivos, pero no predican la Palabra de Dios, el mensaje de salvación, el camino para salvarse, ya que no están dentro de la Iglesia que autoriza y confirma esta predicación con autoridad apostólica y divina.

"Está escrito: Abre tu boca a la Palabra de Dios. Tú, ábrela. Por Él anhela quien repite sus palabras y las medita en su interior. Hablemos siempre de Él. Si hablamos de sabiduría. Él es la sabiduría; si hablamos de virtud, Él es la virtud; si de justicia, Él es la justicia; si de paz, Él es la paz; si de verdad, Él es la verdad; si de vida, de redención... Él es todo eso". (San Ambrosio, obispo).


La Biblia – Indice:

  1. Génesis

  2. Éxodo

  3. Levítico

  4. Números

  5. Deuteronomio

  6. Josué

  7. Jueces

  8. Rut

  9. Libro Primero de Samuel

  10. Libro Segundo de Samuel

  11. Libro Primero de los Reyes

  12. Libro Segundo de los Reyes

  13. Libro Primero de las Crónicas

  14. Libro Segundo de las Crónicas

  15. Esdras

  16. Nehemías

  17. Tobías

  18. Judit

  19. Ester

  20. Macabeos

  21. II Macabeos

  22. Job

  23. Los Salmos

  24. Proverbios

  25. Eclesiastés

  26. Cantar de los Cantares

  27. Sabiduría

  28. Eclesiástico

  29. Isaías

  30. Jeremías

  31. Lamentaciones

  32. Baruc

  33. Ezequiel

  34. Daniel

  35. Oseas

  36. Joel

  37. Amós

  38. Abdías

  39. Jonás

  40. Miqueas

  41. Nahúm

  42. Habacuc

  43. Sofonías

  44. Ageo

  45. Zacarías

  46. Malaquías

  47. Evangelio según San Mateo

  48. Evangelio según San Marcos

  49. Evangelio según San Lucas

  50. Evangelio según San Juan

  51. Hechos de los Apóstoles

  52. Epístola a los Romanos

  53. Primera Epístola a los Corintios

  54. Segunda Epístola a los Corintios

  55. Epístola a los Gálatas

  56. Epístola a los Efesios

  57. Epístola a los Filipenses

  58. Epístola a los Colosenses

  59. Primera Epístola a los Tesalonicenses

  60. Segunda Epístola a los Tesalonicenses

  61. Primera Epístola a Timoteo

  62. Segunda Epístola a Timoteo

  63. Epístola a Tito

  64. Epístola a Filemón

  65. Epístola a los Hebreos

  66. Epístola de Santiago

  67. Primera Epístola de San Pedro

  68. Segunda Epístola de San Pedro

  69. Primera Epístola de San Juan

  70. Segunda Epístola de San Juan

  71. Tercera Epístola de San Juan

  72. Epístola de San Judas

  73. Apocalipsis


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